En otra entrega de esta sección, en la que informamos de la historia de nuestros Trofeos de vela, destacamos ahora una de las pruebas con mucho peso: la Regata a la Inversa. La fecha del 1 de mayo está marcada en rojo en el calendario por todas las tripulaciones, que durante casi cuatro décadas han perseguido la ansiada bandeja o el trofeo del diseño de un velero -como en la pasada edición- que recibe el ganador de una de nuestras citas más singulares. Desde mediados de los años 80 del siglo pasado, la Regata a la Inversa solo se ha quedado sin celebrar de forma presencial en 2020 por la pandemia. Y es que se sí disputó de forma virtual.
Ganar en la Regata a la Inversa, que tiene el patrocinio del BBVA después de que también estuviera patrocinada en algunas ediciones anteriores por Smith & Smith, otorga prestigio a quien lo hace y recibe la bandeja o trofeo en la entrega de premios posterior. Esta prueba tan peculiar del mundo de nuestra vela es ya una de las jornadas más esperadas por los regatistas para tomar parte de nuevo en esta consolidada regata.
La media de embarcaciones que están cada primero de mayo en la salida es ni más ni menos que de 60 a 70. “Junto a la Regata del Gallo de diciembre es la más participativa. Hemos llegado a contar hasta con 80 barcos en alguna de las ediciones. Es una prueba preciosa en la que, según el viento, puede haber muchas sorpresas”, detecta Eduardo Santamarina, director deportivo del Club.
Desde que cada año, salvo el citado antes de 2020, se da la salida siempre hacia las 13.45 horas, llega la emoción en una de las pruebas más atractivas de cada año por conocer al ganador final. De hecho, hasta se hacen quinielas para adivinar quién puede vencer. Durante algunos años, en el contexto de una cena, se hacía una ‘pool’ (subasta de barcos).
Esta jornada festiva se relaciona en el deporte vizcaíno con una Regata a la Inversa que este próximo 1 de mayo de 2022, después de que termine el Trofeo Astobiza, celebra su 37ª edición. Establece, además, un desarrollo muy singular en el que los tiempos compensados, a diferencia del resto de las regatas que organiza el Club, se realizan antes de tomar la salida. Desde que parte la primera de las decenas de tripulaciones hasta que lo hace la última, 45 minutos después, tiene lugar una gran fiesta de la vela con una espectacular imagen en el Abra en la que hay siempre unos 300 tripulantes, distribuidos en las embarcaciones de las clases Regata, Crucero y monotipos J80. Navegan por el prestigio de recoger el trofeo en una regata siempre muy abierta en cada edición. Ese favoritismo que a veces se deja ver en otras citas del calendario queda aquí relegado según las condiciones meteorológicas y los antojos del viento.
El recorrido suele ser de unas 10 a 15 millas, según lo que dictamine el Comité. Desde que sale el primer barco se produce una más que emocionante persecución de los cruceros más grandes a los más pequeños. Consigue ser ganador el primero que cruza la línea de meta, sin aguardar al habitual control de tiempos según la medida de cada barco.
Este próximo primero de mayo se conocerá quién recibe este trofeo como lo hizo en 2021 la tripulación del ‘MARTHA AC’ de Matías Alonso, un Hallberg Rassy 44, que relevó al ‘Tchin Tchin’ en el palmarés de una prueba que siempre cuenta, como subrayamos, con una elevada participación. Como la que se espera para este año 2022.
Julio Alegría
Fundador y patrocinador de la Regata a la Inversa
“Estuve en la Junta Directiva del Club con cuatro o cinco presidentes. Solía andar en la organización de festejos. Lo de crear la Regata a la Inversa se me ocurrió porque Zubiaga y Juan Zubiria vinieron a mi tienda de ropa a consultarme. Querían buscar la forma de que participaran más barcos en el Club, porque cada vez salían menos a las distintas pruebas. La mujer de Juan estaba conmigo en la Junta y Zubiaga tenía un videoclub cerca de mi local de Smith & Smith. Todo surgió comiendo en el Drugstore de Bilbao, en Telesforo Aranzadi, donde tenía la tienda. La cuestión era qué podíamos hacer con la falta de participación.
‘No salen más que cinco o seis barcos’ me decían. Me instaron a que le diera una vuelta al asunto. Empecé a darle a la cabeza y se me ocurrió algo distinto, aunque yo no haya regateado nunca. Imaginé cómo podía ganar cualquiera que participara. ¿No se puede poner el rating antes?, les pregunté. Zubiaga y Zubiria lo consultaron con la Federación y les dijeron que sí. Y así empezó todo. La Regata a la Inversa, que así la llamamos, la pagaba yo durante los primeros ocho o diez años. Fui el inventor con Zubiaga y Juan Zubiria.
Se me ocurrieron, además, varias cosas. La subasta de barcos surgió porque yo había visto en el golf las subastas de palos, en torneos que jugaban los profesionales con amateurs. Y se me ocurrió subastar los barcos. El 30 por ciento de la recaudación se quedaba en el Club. Y, además, nos servía para hacer una cena. Esto te daba pie a hacer una cena barata y menear el Club para que la gente viniera más.
Recuerdo que ya en la primera edición de la Regata a la Inversa salieron treinta y tantos barcos, y todos se vieron con posibilidades de ganar. Algunos hasta sacaron las cocinas de las embarcaciones. ¡Pasamos de cinco o seis participantes, a treinta y tantos! Me parece la leche. Fue un cambio esencial en este tipo de pruebas. Durante mucho tiempo creo que no ganó nunca el bueno, y sigue ocurriendo por lo que me cuentan. Nos sacaron nuestra idea de la Regata a la Inversa en varias revistas y en algún otro sitio han organizado algo parecido. En aquellos primeros años de la prueba vinieron hasta barcos de Santander, de Castro y de Gipuzkoa. Yo quería dar un premio al barco ganador que viniera de fuera. También daba premios de ropa, que les gustaban mucho a los participantes. Recuerdo también que dos o tres de aquellas primeras regatas se hicieron en otra fecha que no fuera el 1 de mayo. Se cambió, pero se retornó al 1 de mayo, una fecha que creo que es ideal. Cuando las cosas funcionan hay que cambiar poco”.