La madrugada del 12 de octubre de 1980, fiesta de la Hispanidad y aniversario del descubrimiento de América, se hundió el edificio flotante del Real Sporting Club y, con ese motivo, cayeron sobre mi multitud de llamadas y cartas pidiéndome que continuara el libro hasta completar la historia.
Tengo que anticipar que la circular anunciando su publicación ya estaba en la calle y que habíamos comenzado conversaciones con los hermanos Wicke, de Imprenta Industrial, para ultimar los detalles de la impresión.
Que yo continué con el libro es imposible.
Empecé a tomar notas y recopilar fotografías para el mismo hace mucho años, animado y aconsejando por Peru Galíndez, pero tengo que reconocer que si no llega a ser por el infarto de miocardio que tuve este invierno, nunca lo hubiera terminado. Al incorporarme otra vez a mi actividad normal, me veo privado del tiempo necesario para seguir escribiendo.
Por otra parte de los último años del Sporting tiene que escribir alguien que tenga más perspectiva de la que pueda tener yo, que los he vivido bastante intensamente.
Sirvan estas líneas de explicación para aquellos que se sientan defraudados y que conste que presto papel y lápiz y mis mejores consejos a quien quiera seguir con la historia.
Por otra parte ese mismo hundimiento provocó una lluvia de información y fotografías.
La primera llegaba tarde para incorporarla al texto, no así la segunda que he podido aprovechar para mejorar la calidad, sino la cantidad que está limitada por la imprenta. De esta información recojo aquí dos puntos que considero de interés; el primero, es que intervino desinteresadamente en la construcción del edificio flotante del Sporting, Cecilio Goytia y Valle, entonces joven arquitecto y que con este motivo le hicieron socio honorario.
Como comento en el texto, faltan actas de los primeros años y, por lo tanto, ignoraba estos hechos y, como creo que son de interés, los consigno aquí.
Por otro lado, le Pájaro Borda me cuenta que en cierta ocasión y estando él en el jurado, Su Majestad, debido a compromisos oficiales, se retrasó y como Eduardo Ubao imponía una disciplina férrea dio la señal de atención con toda puntualidad para la prueba en la que participaba el Rey….
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